Es mentira que la brisa pasa y arrastra las hojas.
Ahora que es otoño (¡Otoño! ¡Si pasará rápido el tiempo!) me puse amarilla y todavía ningún viento me vino a llevar de paseo.
Es mentira ese verso. Una tiene que llamarlo para que venga a buscarte. Pero yo decidí aferrarme a mi ramita y hacerle compañía hasta que se duerma. A contarle cuentos, historias y versos. Como también a prometerle que cuando me caiga será solo para hibernar un par de meses y cuando venga la prima Vera me despierte.
Entonces voy a trepar por el tronco, a hacerte mimos, y que este momento regrese.
¡Buenas noches, mi amor! ¡Ramita mía! Solo un beso más que ya nos vamos a dormir.
Yo no soy como esas hojas que sueñan con otros arboles, con otras ramas...
Volveré a tus brazos hasta que nos volvamos flor, fruto, semilla. Tengamos muchos arbolitos, pocos, ninguno. Cada semilla a su tiempo va a volver a la Madre a dormir con ella o a cuidar de otras, que como yo, todavía tengo muchas cosas que aprender sobre el amor.
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